Me he comido tus manos en mis manos,
he desnudado tu cuerpo en la
perfecta memoria inconclusa
de los nunca.
Tú,
que contra la frecuencia
sonríes en la memoria limpia
de los niños muertos.
Yo,
deseo de arrancar las
dudas con los dientes.
Bajo del autobús del tren del coche
y me entrego a
el placer inerte
de un criptopolvo de cierre.
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